NO HAY PEOR CIEGO QUE AQUÉL QUE NO QUIERE VER
Por: Edith Belmont
Parafraseando a Ayn Rand (filósofa y escritora rusa): “Puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de haber ignorado la realidad”. ¿Por qué inicio con esta frase amigo lector? Viene a colación por lo mucho que he hablado en estas páginas de EMPODERAMIA acerca de mi perspectiva de que se avecina una tormenta económica, y no sólo en México, sino a nivel mundial.
Una de las causas de esta crisis es la tremenda inyección de liquidez que realizaron los principales Bancos Centrales a nivel mundial (la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central de Japón, el de Inglaterra, el Banco Central de la Unión Europea, principalmente), para mitigar los efectos de la pandemia. Se ha preguntado alguna vez ¿cómo es posible que, en una economía totalmente parada, con un confinamiento total durante varios meses, con muchos negocios cerrados, no quebró ningún banco importante, ninguna gran empresa, ningún gobierno se declaró en quiebra o suspensión de pagos? Pues fue por esa tremenda cantidad de dinero que imprimieron a su antojo.
Si, a su antojo ¿Cuánto dinero pueden imprimir los Bancos Centrales? Literalmente, “el que les dé su gana”. Nada les impide, ni les pone límites a la hora de imprimir dinero. Cuando alguien pregunta que respalda un billete, suelen responder: oro, plata, riqueza nacional… La respuesta es no, nada los respalda, ni el oro, ni la plata, ni la riqueza nacional, NADA. El intercambio de dinero es un acto de fe, de confianza…la palabra “fiduciario” (que tiene que ver con todo lo relacionado con el dinero), proviene del latín “fiducia” que significa “fe, confianza”. Intercambiamos dinero porque sabemos que cualquier persona o institución nos lo va a aceptar simple y sencillamente por eso.
Así que estos señores se pusieron a fabricar dinero a diestra y siniestra entre marzo de 2020 y marzo de 2022. Fabricaron 5.5 billones de dólares (millones de millones en sentido tradicional para nosotros calculado a valor presente; es decir, en términos reales descontando el efecto de la inflación), una locura monetaria como no lo habían hecho en más de 100 años de su creación. (Ver gráfico 1)
Las consecuencias fueron muchas, ¿a dónde fue a parar todo ese dinero?
En primer lugar, a especular a los mercados financieros provocando un auge en las Bolsas de Valores (ver gráfico 2), pues a partir de que empezaron a inyectar liquidez subieron las principales Bolsas provocando una gran burbuja que tarde que temprano tenía que estallar, y esta caída, amigos lectores, está iniciando, es sólo el principio. Los mercados a nivel mundial en lo que va de este año acumulan graves caídas, con pequeñas recuperaciones al alza, pero si vemos la tendencia general, más allá de esos repuntes transitorios, sigue siendo a la baja y aquí el problema es saber hasta dónde y hasta cuándo dejarán de descender.
También se inflaron las criptomonedas, pues con el uso y abuso de la tecnología, sólo hace falta oprimir un botón desde tu móvil para invertir en este tipo de activos que enamoraron tanto a grandes inversiones como a jóvenes que cayeron en la tentación de invertir en monedas virtuales que tampoco NADA las respalda. Y si observamos su trayectoria (ver gráfico 3), podemos apreciar que a partir de que inició la inyección de liquidez (marzo de 2020), el valor de estas monedas empezó su pronunciada carrera al alza o despegue.
Otro de los activos que fueron víctimas de este exceso de liquidez fueron los bienes raíces, los cuales vivieron un incremento en sus precios llevándolos a las nubes. Tanto en Estados Unidos, México y otras partes del mundo, se vio reflejada esta burbuja que también está empezando a reventar.
Y así puedo seguir y escribir todo un ensayo sobre de todos los activos que sufrieron las consecuencias de intentar mitigar los efectos de la pandemia, inyectando liquidez, pero como bien sabemos, toda causa tiene un efecto, y esto no iba a ser gratis, traería consigo graves consecuencias. Entre ellas, la INFLACIÓN, tema que hemos analizado a detalle en artículos anteriores.
Pero era normal que, con tanto dinero en circulación, más billetes iban a corretear a cada vez menos productos, provocando alza de precios y con ello lo que estamos viendo, tasas de inflación que en algunos países ya rebasan los dos dígitos. Es por primera vez en la historia económica mundial que se vive un fenómeno en el que casi todos los países enfrentan una fuerte presión inflacionaria de manera simultánea. En casi todos (en unos más, en otros menos), el promedio de inflación es de entre 5 y 9% (ver gráfico 4).
Como era de esperarse, esto empujaría las tasas de interés hacia arriba, lo que encarecería los créditos al hacerse el dinero cada vez más caro y escaso.
Por eso, en número anteriores, desde hace más de un año, empezamos a recomendar, tener cuidado con sus créditos, comprar coberturas o si el crédito era necesario para el funcionamiento del negocio, obtenerlos a tasa fija, pues ya desde entonces veíamos que se avecinaba una tormenta.
Pero, aun así, con tantos avisos, con tantos indicadores de que se avecinan malos tiempos, hay personas que se niegan a aceptarlo. Se rehúsan a tomar medidas preventivas para proteger su patrimonio. Hay autoridades que aún dicen que no pasa nada, que no hay recesión, que el horizonte es claro y que tendremos tasas de crecimiento positivas, cuando estamos viendo que la realidad no es así.
El problema es que en su primera fase la inflación causa una especie de auge del consumo que hace sonar las cajas registradoras, una sensación de prosperidad que engaña a algunos empresarios y ven a la inflación como un efecto positivo, como dijo Victoria Green (directora de Inversiones de GSqared Private Wealth) el 14 de septiembre de este año: “Las mayores ventas siempre ocurren cuando las expectativas chocan con la realidad”. Esto provoca que varios empresarios se vayan con el canto de las sirenas, con la finta, pues, como decimos en México.
Tan sólo Estados Unidos, el país (nos guste o no) más poderoso del planeta, acumuló en el primer semestre de 2022, dos trimestres con tasas de crecimiento negativas (1.6 y -0.6 respectivamente), lo que técnicamente lo ha posicionado en RECESIÓN y acaban de dar a conocer su tasa de inflación al mes de agosto de 8.3% por arriba de lo estimado por los especialistas. ¿Qué podemos esperar nosotros?
Es por eso que titulé este artículo: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”porque si usted se niega a aceptar la realidad, a informarse, asesorarse y preparase para lo que viene, el trancazo será más fuerte. Hablando en sentido figurado: en una tormenta el único que no se moja es el que tiene abierta su sombrilla.
Usted, ¿ya la abrió?