Juan Pablo Cisneros – Presidente de la Cámara de Comercio Servicios y Turismo de Puebla
Juan Pablo Cisneros es un hombre de visión, compromiso y liderazgo, cuya trayectoria en el mundo empresarial lo ha llevado a representar y liderar uno de los equipos de trabajo más dinámicos y de mayor impacto en Puebla. Como presidente de la Cámara de Comercio de Puebla, ha sabido gestionar de manera ejemplar un equipo diverso y multifacético, aplicando su know-how para generar cambios significativos tanto en el ámbito empresarial como en la sociedad poblana.

¿Cuál ha sido el camino que has seguido para llegar a tu actual posición como presidente de la Cámara de Comercio de Puebla?
Este camino que he recorrido es el resultado de muchos años de dedicación. La verdad es que uno no planea llegar a estos puntos, pero siempre es importante entregarse al proceso en cada etapa que fue relevante para llegar hasta aquí. Les cuento que me integré a la Cámara de Comercio hace más de 15 años, inicialmente como consejero suplente, luego como consejero titular. Ha sido un proceso muy interesante de aprendizaje, donde pude entender qué discutían los empresarios con más experiencia que yo y la esencia de la Cámara como defensora de los intereses del sector, en particular en áreas como el servicio y el turismo.
¿Cómo está conformada la Cámara de Comercio de Puebla?
Existen dos estructuras, primero es el Consejo, que es el órgano de gobierno de la Cámara, compuesto por 40 consejeros titulares y 40 suplentes. Estos consejeros forman vicepresidencias basadas en su especialidad y perfil profesional, con el objetivo de aportar desde su experiencia a las demandas que el organismo presenta a los tres niveles de gobierno.
Por otro lado, tenemos un equipo administrativo sólido y comprometido, en su mayoría integrado por mujeres, lo que refleja un equilibrio de género dentro de la Cámara. Este equipo tiene una visión y un objetivo en común, lo que nos permite avanzar con una planeación estratégica inclusiva. La integración del consejo es el resultado de varias gestiones previas, de las que fui parte, y de la búsqueda de hombres y mujeres generosos que donen su tiempo, capacidad y experiencia al servicio de la Cámara.
¿Cuáles dirías que son las principales fortalezas que tienes como líder y que han impactado en la dirección de este organismo?
Creo que las características que deben definir a una persona en el rol que ocupo hoy son liderazgo, compromiso, responsabilidad, resiliencia y, sobre todo, la capacidad de tomar decisiones rápidas cuando es necesario. Sin embargo, una de las cualidades más importantes, en mi opinión, es la capacidad de escuchar y reflexionar. Todas son fundamentales, pero también considero que un buen líder entiende que no tiene que ser un especialista en todo. Lo más importante es saber sacar lo mejor de cada uno de los miembros del consejo y del equipo administrativo, porque los resultados nunca serán más fuertes ni más relevantes si son individuales. El verdadero éxito viene de la suma del esfuerzo colectivo.


¿Cómo fue tu crecimiento como empresario y qué te motivó a continuar?
Mi principal negocio sigue siendo el que construí junto con mi familia: una marca de pasteles reconocida en nuestra entidad. Nació por una necesidad familiar. Soy el noveno de 14 hermanos, y fue un reto sacar adelante a la familia. Recuerdo la primera reunión de planeación estratégica con mis papás, donde nos plantearon la necesidad de generar un negocio que permitiera a la familia salir adelante. De ahí surgió el objetivo de crear una empresa que generara recursos para apoyar a todos, lo cual hoy ha dado como resultado más de 700 fuentes de empleo directas y muchas indirectas.
Empecé desde muy joven, a los 11 años, ayudando en la cocina. A medida que fui creciendo, fui aprendiendo el proceso productivo, atendiendo locales, y a los 17 años abrí mi primer local, siguiendo el esfuerzo familiar, pero ya de manera individual. Con el tiempo, logré expandir el negocio a través de franquicias. Este proceso me enseñó mucho sobre la importancia de invertir y buscar el retorno de la inversión, así como la perseverancia necesaria para llevar un negocio al punto de equilibrio y hacerlo rentable.
A lo largo de los años, he continuado mi formación. Soy ingeniero electrónico, pero las demandas familiares, especialmente el fallecimiento de mi papá, me impulsaron a especializarme en finanzas, alta dirección, gobierno corporativo y calidad. Este proceso de aprendizaje continuo me ha permitido desempeñarme en diversas áreas de la empresa, desde la producción y logística hasta la alta dirección. Finalmente, pude capitalizar todo ese conocimiento para diversificarme. Hoy tengo un negocio de contabilidad y finanzas, así como una empresa de arrendamiento, que surgieron a partir del negocio inicial, pero siempre con la visión de seguir emprendiendo, crecer y formar equipos que me acompañen en cada proceso.
¿Cómo deben prepararse los empresarios hoy en día, que medidas deben prever para el próximo año?
Creo que México seguirá siendo una tierra de oportunidades, aunque tener un gobierno con mayoría calificada siempre genera incertidumbre. Las decisiones pueden ser positivas, pero también pueden traer riesgos. Mi recomendación para los empresarios es que, además de aprovechar la oportunidad de emprender y liderar negocios, también tenemos una gran responsabilidad hacia la sociedad. Es crucial alzar la voz de manera responsable, abierta y comprometida.
Los gobiernos son gestores de los recursos que generamos los empresarios y los profesionistas a través del pago de impuestos. Por eso, debemos trabajar por el desarrollo de nuestra entidad poblana y de México. Estoy convencido de que no será el gobierno quien transforme la sociedad, sino la sociedad misma: somos nosotros, los ciudadanos, los empresarios, los profesionistas, quienes debemos tomar la responsabilidad de enriquecer nuestro país.
¿Considera que es posible vivir de lo que le gusta hacer o combina sus actividades entre profesión y pasiones, cómo logra un equilibrio?

El equilibrio es algo que siempre he buscado. Hace algunos años, antes de ser presidente, ya tenía la firme convicción de que un negocio no podía depender únicamente de mí. Si yo faltaba, estaría comprometiendo las fuentes de empleo de muchas personas. Así que me enfoqué en un proceso complejo, pero necesario: el arte de delegar. Aprendí a formar equipos que pudieran trabajar sin mí. Mis colaboradores, quienes hoy en día son socios en mis negocios, solían decirme que parecía que me estaban preparando para morir. Yo les respondía que la muerte es lo único seguro en la vida, y que sería irresponsable de mi parte no preparar a los negocios para que siguieran generando estabilidad y empleo para las familias, incluso si yo ya no estaba.
Este proceso de delegar y formar equipos autónomos y responsables fue clave, y quién diría que sería un factor determinante cuando me enfrenté a un momento crítico de salud. Gracias a ese trabajo previo, los negocios siguieron adelante sin mí. Sin embargo, debo admitir que lo que más he sacrificado a lo largo de este proceso ha sido mi tiempo con la familia. A veces, el negocio requiere tanto de ti que sientes que no puedes estar donde más te gustaría, y esa es una de las grandes lecciones que la vida me ha dado: el sacrificio de estar menos con los seres queridos por el bien de los proyectos y los equipos.
Pero aprendí que el equilibrio no solo depende de uno mismo, sino también de administrar nuestras habilidades, tiempo y, sobre todo, de formar un equipo de trabajo sólido, con un plan estratégico bien definido. El equilibrio está en apoyarse en otras personas, en generar aliados estratégicos que te ayuden a caminar hacia tus objetivos. Es una vida compartida, y al final, es un proyecto que se construye entre todos.
¿Cómo defines el éxito hoy en día y qué significa para ti trascender a través de lo que haces?
Creo que conforme uno crece, los objetivos van cambiando. Hoy, mido el éxito en base a la felicidad y satisfacción, aunque sé que son conceptos subjetivos. La verdadera búsqueda, para mí, es trascender. Cuando era más joven, medía el éxito en términos de resultados: mayores ventas, utilidades y crecimiento empresarial. Y aunque todos esos logros son válidos, la vida te enseña que lo económico pasa a un segundo plano cuando enfrentas momentos difíciles. En esos momentos, te preguntas: ¿He cumplido con mi visión? ¿He aprovechado los talentos que Dios me dio? ¿He multiplicado esos talentos en beneficios para los demás?
Con el tiempo y la experiencia, comprendí que estamos aquí para transformar nuestro entorno. Somos la suma de las personas que Dios pone a nuestro alrededor, y lo más importante es dar lo mejor de uno mismo. La felicidad y satisfacción, para mí, se logran cuando uno siente que ha cumplido con su propósito y ha ayudado a los demás a encontrar el suyo. En mi rol como presidente de la Cámara de Comercio, entendí que estamos aquí para servir, no para beneficiarnos del poder. Podemos transformar la vida de muchas personas a través de lo que hacemos.
Para mí, la misión de la Cámara es clara: buscar el desarrollo y el talento de los comerciantes, acompañarlos en su proceso, y lo más importante, generar fuentes de empleo que brinden estabilidad a las familias. La verdadera felicidad se comparte, y nuestro papel es contribuir a la mejora de quienes nos rodean, sin buscar protagonismo ni intereses personales.