El voto de la mujer en México: el fiel de la balanza
Por: Edith Belmont
A través de la historia las mujeres hemos luchado por la igualdad y por contar con los mismos derechos que los hombres. Legítimas demandas como la igualdad de género, laboral, la inclusión y el derecho al voto, nos han llevado a un sinfín de protestas.
El primer movimiento de mujeres surgió en Europa durante la Revolución Francesa; en el que se demandó igualdad, debido a que se cobraba la mitad del salario en impuestos tan únicamente por el hecho de ser mujer. En 1791 surge la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía; este es uno los avances históricos que decretaron la igualdad de derechos y el derecho al voto.
La aparición del feminismo como movimiento colectivo, se inició en la ciudad de Nueva York en 1848, donde se demandaba la igualdad de género, la no discriminación y se reclamaba el derecho al voto.
En México, el feminismo se originó a finales del siglo XIX y principios de XX debido a las desventajas sociales en las que vivía la mujer. Es en Yucatán en 1915 en donde surge el primer Congreso Feminista, una reunión impulsada por el general Salvador Alvarado, gobernador del Estado. Se buscaba reivindicar temas educativos, sociales y otorgar el derecho al voto, pero la petición no avanzó.
En 1952, siendo candidato a la Presidencia de la República; Adolfo Ruiz Cortines prometió ante 20 mil mujeres asistentes a un mitin de campaña la ciudadanía sin restricciones. Pero no fue si no hasta el 17 de octubre de 1953 cuando se publicó en el Diario Oficial; el nuevo texto del Artículo 34 Constitucional: “son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir”.
La reforma entró en vigor en 1954 y fue hasta el 3 de julio de 1955, que por primera vez las mujeres mexicanas emitieron su voto en unas elecciones federales a fin de integrar la XLIII Legislatura del Congreso de la Unión.
Actualmente en México nos encontramos con diversos movimientos que reflejan el hartazgo social de nosotras las mujeres.
Cada cuatro minutos una mujer sufre una violación, las denuncias por agresiones sexuales a mujeres se incrementaron un 20% en el 2019; en cuanto al acoso se integró el movimiento Me Too, el cual logró que las mujeres denunciaran a sus acosadores. Frente a esto, las primeras expresiones fueron brillantina y pintura morada, migrando recientemente al perfomance “El violador eres tú” replicado en varios estados del país.
La importancia del evento Paro Nacional de Mujeres que se ha llevado a cabo desde el 9 de marzo del 2020, tiene que ver con la ola de violencia que hemos sufrido, pero sobre todo con el tratamiento que se le ha dado al tema de la violencia sistemática, feminicidios, desapariciones y delitos sexuales contra las mujeres. El sentimiento de indiferencia por parte de las autoridades de los tres niveles de gobierno, la falta de capacidad institucional en la atención a víctimas mujeres, la violencia generalizada, la corrupción, la impunidad y la ausencia de políticas públicas integrales dirigidas a las mujeres, nos duele ahora más que nunca, por ello no es menor que hoy tenga tanta relevancia unirnos a este movimiento y visibilizar la importancia de la mujer en los diferentes ámbitos de la vida social. Nunca nada se ha logrado sin acciones de re-evolución, sobre todo tratándose de feminismo.
A qué voy: en nuestro país estamos a punto de llevar a cabo elecciones intermedias el próximo 6 de junio. En donde se votará para elegir a 15 Gobernadores y lo más importante es que se renovarán 500 cargos federales para Diputados y 20 mil 311 de carácter local. Debemos de entender la importancia y el alcance de estas elecciones, definidas como de las más importantes de nuestra historia.
Vivimos en un país en donde podemos ejercer nuestro voto como mujeres. Según el INE (Instituto Nacional Electoral) al 5 de marzo de 2021 en el padrón electoral hay 94,999,249 ciudadanos registrados con credencial para votar vigente, de los cuales 49,118,548 el 52% son mujeres, somos mayoría.
En México hemos luchado mucho por instaurar y mantener la democracia, derrumbamos a un gobierno autoritario que se mantuvo más de 7 décadas en el poder. ¿Por qué? Porque les dimos ese poder, porque siempre caemos en la creencia de que dándoles todo el poder podrán gobernar mejor.
La historia nos ha demostrado lo contrario. Como decía el filósofo Lord Acton a finales de siglo XX: “Todo poder corrompe, pero el poder absoluto, corrompe absolutamente”.
Queremos exigir nuestros derechos como mujeres, ejerzámoslos en las urnas.
Tenemos la maravillosa oportunidad de salir, elegir y no votar por candidatos corruptos, autoritarios, delincuentes y algunos (presuntamente) hasta violadores. Así como de votar por un Congreso igualitario, sin que nadie tenga mayoría absoluta y ningún partido tenga el poder absoluto. Votemos por un poder equilibrado.
Tenemos en nuestras manos la oportunidad de salvar la democracia.
Hagamos una marcha silenciosa y salgamos a votar, hagamos el llamado a ejercer el voto. No olvidemos que las mujeres somos el 52% del padrón electoral, saquemos a votar a nuestras madres, hermanas, tías, primas, vecinas, amigas. Así podremos exigir que cumplan con sus responsabilidades, que actúen conforme a la Ley, que nos protejan y si no, que se vayan.
No es momento de detenernos. Hay que impulsar…
Con la Ley en la mano, el reconocimiento de los derechos de la mujer en todos los ámbitos y en todas las circunstancias, respecto a todas las mujeres, sin importar su condición étnica, educativa, social y económica. Reconocer que nuestros derechos son una cuestión de justicia elemental.
Que nuestras voces suenen fuerte en la opinión pública nacional, se escuchen en las urnas a la hora de elegir quién nos va a gobernar, a la hora de elegir a quién va a tomar las decisiones por nostras. A razonar nuestro voto y elegir líderes, gobernantes de calidad. Somos el fiel de la balanza, es momento de redefinir el rumbo de nuestro país.
El Premio Nobel de La Paz en 2014 Malala Yousafzai escribió en su biografia: “Nos damos cuenta de la importancia de nuestras voces solo cuando nos obligan a guardar silencio”.
Pues bien, sigamos su ejemplo y hagamos escuchar nuestras voces.
Por ti, por mi, por todas…