El Beso del Diablo
Por: Edith Belmont
Amigos lectores, he tenido oportunidad de viajar a Cuba en varias ocasiones y lo que he vivido es desolador. Mi primera visita a esa bella isla fue por ahí del 2015 empujada por mi deseo de conocer lugares, diversas formas de pensar, de vivir y disfrutar una de mis pasiones que es la de viajar. Pero en esa ocasión regresé con el corazón muy afligido.
El país es hermoso, con paisajes y lugares maravillosos dignos de disfrutar.
Fue un viaje lleno de emoción y nerviosismo, pues había escuchado muchas historias sobre la vida en Cuba. Tomé un vuelo de Cubana de Aviación por la mañana que me llevó directo a la Habana, había reservado habitación en uno de los principales hoteles de la Ciudad. A mi llegada al aeropuerto ya nos esperaba el transporte contratado. Un cubano muy amable en un auto clásico maravilloso: un Chevrolet Impala 1957 en excelentes condiciones, parecía recién sacado de agencia. Todo un viaje en el tiempo.
En el trayecto del aeropuerto al hotel el panorama es muy desigual, puedes encontrarte desde bellas casas antiguas pintadas con colores llamativos hasta edificios en ruinas, a punto de caer. El ambiente cambia. De forma casi inmediata se percibe la pobreza entre la gente, los cubanos caminan por las calles con ropa muy sencilla, te puedes encontrar personas a las plenas 11, 12 del día en las puertas de sus casas tomando café y jugando ajedrez, dominó o realizando cualquier otra actividad.
Llegué al hotel, me registré y salí a recorrer la tan anhelada Habana vieja. Es un shock de emociones por los contrastes que se viven. El taxista que me llevaba no dejaba de preguntar cómo era la vida en México y que ellos (los cubanos), quieren mucho a nuestro país. “Ah, México lindo y querido”, es una frase que repiten con cierta frecuencia.
Por costumbre, siempre tengo chocolates en mi bolso. Ya que llevaba todo el día de viaje y sin comer, decidí sacar un chocolate para aguantar un rato más; en eso, el taxista me preguntó que qué era, le dije que un chocolate (Hersheys), me dijo que él nunca los había probado y que pronto sería el cumpleaños de su hija, que le encantaría regalarle uno. Saqué otro chocolate de mi bolso y se me hizo fácil regalárselo para que se lo llevara a su hija.
Fue escalofriante lo que experimenté; en cuanto tuvo el chocolate en sus manos, el señor lo abrió con desesperación y en menos de 30 segundos literalmente se lo devoró, para inmediatamente después comenzar a llorar. Me dijo que no se había aguantado las ganas de probarlo y ahora sentía culpa por no llevárselo a su hija porque se sentía mal padre.
Anécdotas como esta puedo platicarle muchas. Ese día por la noche, fui al famoso cabaret “Tropicana”, al salir del hotel me interceptó un joven bien arreglado con su impecable camisa blanca y un saco de color vino. Me dijo que era guía de turistas y que él podría llevarme y sugerirme lugares. Que hablaba 4 idiomas (inglés, francés, alemán e italiano, además de su natal español). Se me hizo una persona muy preparada. Él me consiguió un taxi y me acompañó al Cabaret. En el trayecto me comentó del descontento que hay entre la población hacia el gobierno, dándome estadísticas que, de verdad, dan miedo.
Entre ellas, que una actriz de cine trabajando 12 horas diarias, puede ganar 100 dólares al mes (y es privilegiada por tener ese trabajo). Un asfaltador de calles trabajando 12 horas al día gana alrededor de 50 dólares (unos 1,000 pesos) al mes. El sueldo de los trabajadores estatales, el 90 por ciento de la fuerza laboral en Cuba, es un chiste de mal gusto, el salario mínimo es 225 pesos, unos 10 dólares mensuales. Y así podemos ir enlistando los sueldos de miseria que se perciben en ese país.
Con ese dinero se sufraga la magra canasta básica que otorga el Estado a todos los nacidos en Cuba: 7 libras de arroz, 5 de azúcar, 20 onzas de frijoles, media libra de aceite vegetal, una libra de pollo, un paquete de espaguetis y un panecillo diario de 80 gramos. Esas mercancías sólo alcanzan para comer una semana. El resto del mes, los que ganan salarios mínimos, como los jubilados, tienen que hacer maromas para alimentarse.
Me comentó que él haciendo su trabajo llegaba a ganar 100 dólares al mes (alrededor de 2,000 pesos) siendo políglota, titulado en historia y con Licenciatura en Turismo. “Tengo dos chamas (hijos), el sueldo no me alcanza para comprarles ropa y zapatos, ni llevarlos a pasear los fines de semana. Sólo para poner dos platos de comida caliente en la mesa cada día. No comemos lo que desearíamos, sino lo más barato” me comentó. “Sólo puedo darles de comer una vez al día, huevos hervidos, arroz blanco y potaje aguado de frijoles negros” concluyó.
¿Por qué le cuento todo esto, amigo lector? Porque en la última gira oficial de nuestro actual presidente a Cuba, elogió a los Dictadores como Fidel Castro, refiriéndose a él como “un hombre grande por sus ideales independentistas” “un gigante” que logró la Revolución en Cuba, instaurando “Libertad, Igualdad, Justicia y Soberanía” en su país.
Como decía Jack el destripador, “vámonos por partes”:
¿Libertad? Lo que menos palpé en mi viaje fue libertad, de hecho, el sentimiento más grande que me traje a México y al aterrizar en mi País, fue precisamente esa sensación de LIBERTAD, de poder hacer lo que yo quiera; estudiar, trabajar, vender, comprar, viajar…Los cubanos no son libres de hacer ni decir nada, mucho menos conspirar. Hay cámaras y micrófonos por todas las calles, son observados y vigilados todo el tiempo. No pueden tener una casa propia, un auto, un negocio, salir del país, nada, sus libertades no existen.
¿Igualdad? Si se refiere a que todos están pobres, sufriendo de penalidades y hambre, estoy de acuerdo. Aunque lo que yo observe fue a una élite cubana que gozaba de privilegios. Hay restaurantes “fifis” con muy buena comida, bebidas extranjeras, muy elegantes en donde asisten a comer los cubanos de la alta sociedad, los que cuentan con comodidades gracias a su poder. Ellos sí, pueden salir de Cuba cuando les plazca, poner negocios (con el permiso del gobierno) para generar riqueza, tienen casas de lujo con alberca, carros importados, BMW, Mercedes Benz, Audi. Concurren a bares y discotecas de lujo que se encuentran en las mejores zonas de La Habana. Al menos eso es lo que yo viví, nadie me lo contó.
Y le quieren echar la culpa al bloqueo que tiene Estados Unidos hacia la Isla argumentando que impide el bienestar del pueblo cubano, provocando que este se levante contra el gobierno al no tener buenas condiciones de vida. Cuando los que han provocado esas malas condiciones son ellos mismos, y cuando ellos viven sin restricción alguna; cuando el bloqueo es sólo para los pobres.
¿Justicia? En Cuba no existe la justicia, ahí manda y se hace lo que el gobierno dice. Los ciudadanos si son acusados de algún delito no tienen derecho a un juicio ni a defenderse. Precisamente, mi amigo, el guía de turistas del que les he platicado, acaba de ser arrestado y condenado a 5 años de prisión porque lo agarraron vendiendo productos de primera necesidad (jabón, shampoo, papel higiénico, mayonesa, aceite, etc.) en el mercado negro. Lo acusaron de evasión fiscal y sin oportunidad de defenderse.
¿Soberanía? Supuestamente, la soberanía reside en el pueblo, pero si no hay voto libre ni secreto, solo consultas a mano alzada o con votación abierta a los ojos de los militares que en todo momento están vigilando e intimidando ¿Cuál soberanía?
El actual gobierno ha dicho que Fidel Castro fue uno de los personajes más solidarios con ellos cuando eran oposición. Han manifestado en infinidad de ocasiones su admiración por los gobiernos comunistas, autoritarios y ahora nuestros gobernantes son los que muestran simpatía y apoyo por ellos. Sólo hay que echarle un ojo al discurso pronunciado en la Habana el pasado 8 de mayo dentro de la gira oficial a Cuba en donde textualmente se dice: “en Cuba, se están haciendo bien las cosas y han conseguido sus propósitos” refiriéndose a que han alcanzado “Libertad, Igualdad, Justicia y Soberanía”. Se comentó: “Que le sigue apostando al triunfo y al renacimiento de la Revolución Cubana”.
¿En verdad creen eso? Se hubieran dado una vuelta por las calles de la Habana, fuera de la zona turística (a la que yo tuve acceso gracias a que mi guía nos llevó de incógnito para demostrarnos la verdadera Cuba), para que vieran la miseria, la hambruna y las condiciones infrahumanas en las que vive el pueblo cubano.
Esto es lo que me preocupa amigo lector, porque las medidas que han tomado, están tomando y quieren seguir implementando en nuestro país, no están nada lejos de parecerse a un gobierno autoritario, demagogo y populista que nos puede llevar a sufrir a la larga, terribles consecuencias como las que está padeciendo el pueblo cubano.
Nunca olvidaré la frase que me dijo mi amigo el guía de turistas: “No es posible que todo un país trabaje para una sola familia: los Castro”.
Recordemos la frase que solían decir nuestros abuelos: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.